Dentro de el, la noción macro sobre ciudad se transformó radicalmente en una ciudad reducida para ser captada a nivel micro, comunica toda carga de un pasado estático en materia, pero a su vez acompañada de energía histórica transeúnte, que deambula por distintos lares y alrededores del cementerio Central de la capital Bogotana.
Registro a registro, pese a la profanación del lugar, las fotos se aproximaban cada vez más a una búsqueda de elementos que presentaran prueba de un seguimiento de energía homeostático entre las ruinas, de criptas, osarios y tumbas del Cementerio Central de Bogotá actual.
Cualquier índice que demostrara evidencia de un organismo vivo engendrado por ellas, dio pie a una técnica de registro particular, que actúa como salvaguarda de la muerte y sus consecuencias posteriores.
La memoria se articula por medio de la fotografía con nuevos recuerdos que dan fe sobre una prolongación de vida después de la muerte.